Cuando vi la fotografía de la habitación de Morgan y Andrew, una pareja que vive en Atlanta, sabía que la decoración de su casa tenía ese toque boho que me gusta tanto. Paredes blancas, mucha luz, tonos tierra, pinceladas verdes provenientes de las plantas de interior, textiles étnicos, muebles con historia y fotografías cuidadosamente escogidas.
Las declaraciones que acompañan el reportaje sobre este apartamento en Design Sponge revelan un tema que me parece muy interesante y es cómo hacer de un piso de alquiler nuestro hogar. Somos muchos los que rentamos una casa y nos encontramos en esta diatriba constante: ¿invertiré en la decoración de esta casa que no es mía? ¿merece la pena gastar nuestro dinero en un lugar de tránsito? ¿y si nos mudamos, qué hacemos con todo esto? ¿y si finalmente nos quedamos años en la misma casa, no nos merecemos hacer de ella nuestro refugio personal?
La lógica dice que si pensamos en el presente, ese que mencionaba en el último post, deberíamos dejarnos de “y si” y sentir que la casa que habitamos es nuestro hogar. Peeeero en esta vida nómada que vivimos y en un país en el que el arrendamiento aún no se cuida lo suficiente ocurre que nos sigue costando mucho romper esa barrera. Yo soy la primera que no termino de asimilar que la casa donde llevo ya casi 8 años (¡dos cuatrienios!) sea mi hogar. Lo es porque lo habito con mi familia, pero no termina de serlo porque siempre me acaba echando para atrás la sensación de “estar de paso”. ¿Le acompaña a alguien más este sentimiento?
Fuente de las fotografías: Design Sponge
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