Grabado: punta seca y aguafuerte

Hace unos días taché de mi lista de “cosas pendientes por aprender” una técnica que llevaba muchos años queriendo conocer: el grabado. Esta disciplina artística utiliza diferentes procedimientos de impresión con el objetivo de proyectar dibujos sobre superficies (normalmente papeles). El proceso, que creía que iba a ser más complicado, varía dependiendo del método que utilicemos. Las técnicas se pueden clasificar en dos grandes grupos: el grabado en relieve (la imagen se consigue retirando material de la plancha, de forma que el dibujo que se encuentra en el plano superior es el que se impresiona) y el grabado en hueco (la imagen se consigue arañando en el material, de modo que la tinta se deposita en los huecos, quedando en blanco las partes no manipuladas). En esta ocasión, aprendí dos procedimientos del grabado en hueco: la punta seca y el aguafuerte.

La punta seca es una técnica que podemos realizar en casa sin problema porque no requiere de sustancias químicas. Simplemente necesitamos un punzón afilado y una plancha que puede ser de cobre o de metacrilato. Una vez tenemos claro qué queremos estampar, realizamos el dibujo invertido directamente sobre la placa, o bien lo calcamos para que tenga más precisión. Es importante que el dibujo esté invertido porque si no cuando estampemos éste nos saldrá al revés. Aquellas zonas que queramos que nos queden más oscuras tendremos que arañarlas más profundamente, que aquellos matices que queramos más sutiles. Cuando ya tenemos el dibujo arañado, con un poco de tinta manchamos la superficie por el lado que hemos manipulado y pasamos a estampar. Lo ideal es hacerlo con un tórculo, que es una máquina que ejerce presión y ayuda a que la tinta se estampe en el papel. También se puede hacer con un rodillo y he visto que en youtube hay vídeos que nos enseñan a hacer un tórculo casero de forma muy sencilla. Mi resultado con la punta seca fue este grabado:


La otra técnica que aprendí fue la del aguafuerte. Aunque también podemos hacerla en casa si tenemos suficiente espacio, es más compleja porque en ella intervienen sustancias que pueden ser nocivas (aunque las soluciones no suponen un peligro, sí que tienen gran carga química). En este caso, la pieza sobre la que dibujamos es de cobre y necesita un pretratado. Primero hay que protegerla con un barniz especial (se vende en tiendas específicas y está compuesto por betún de Judea y cera de abeja) y dejar que se seque completamente. Este barniz se utiliza para que cuando trabajemos nuestro dibujo con el punzón retiremos las líneas que queramos estampar, protegiendo el resto de la placa de la solución química. Realizamos nuestro dibujo como en el caso anterior (invertido y arañando con el punzón) y cuando lo tengamos listo lo metemos en una solución de agua y ácido nítrico (también se vende en tiendas). Aquí controlaremos las diferentes granularidades de los tonos vigilando el tiempo de sumersión en el líquido: en aquellas zonas que queramos más oscuras (por ejemplo, los contornos) meteremos más tiempo la placa, mientras que en los detalles más tenues el tiempo de inmersión será muy escaso. En el taller sumergimos el dibujo tres veces: 5 minutos para las zonas más oscuras, punzábamos las líneas de tonalidad media y sumergíamos 2 minutos, punzábamos las de tonalidad sutil y sumergíamos 30 segundos.


Tenía tantas ganas de aprender grabado que no me paré a pensar qué dibujo realizar. De hecho, creía que iba a ser tan complicado que no aspiraba a dibujar algo que fuera más allá de una estampa geométrica. Así que en ambos casos, con la tinta seca y el aguafuerte, el dibujo vino a mí sin buscarlo. El barco y el ancla imagino que surgieron porque siempre me acompañan, soy una nostálgica marítima permanente que dibuja olas y veleros sin darse cuenta. Y el corazón abrigado supongo que tiene que ver con el otoño y los primeros días de frío. Quizás también con esos momentos de vulnerabilidad en los que desearías arroparlo con un buen jersey de ochos. 

Publicar un comentario

Instagram

Rocío Lara. Theme by STS.