Entre Minervas, tipos y tintas

La semana pasada tuve la oportunidad de cumplir uno de mis pequeños sueños: conocer una imprenta y aprender las técnicas básicas. Siempre me ha gustado mucho la tipografía y aún más cuando se le suma la variable hecha a mano, la cual le da un aura especial y único. Como suele ocurrir con todo lo handmade, la composición tipográfica a plomo te permite disfrutar de un proceso de creación cuyos resultados son totalmente inesperados. Desde la composición de las frases (al realizarse de izquierda o derecha siempre hay una “p” que te sorprende convirtiéndose en “q”), al tintado de los tipos y el extremo cuidado que hay que tener al colocar el papel en la imprenta manual o en la Minerva. Hay mil variables que entran en juego y que sólo se pueden ir controlando con práctica, paciencia y ganas.


Los tres días que he disfrutado en la Imprenta Municipal de Madrid me han dejado un gusanillo que va a ser difícil de alimentar porque muy pocas veces se tiene la oportunidad de trabajar con máquinas de impresión tipográficas antiguas. Es una pena que, en pos de la inmediatez, olvidemos la tradición y peso histórico que tienen muchas profesiones que en la era digital están desapareciendo. Proyectos como la “Familia Plómez” ayudan a preservar los placeres de la composición a plomo.


No podía desaprovechar la ocasión de hacer un guiño al blog con la impresión de estas láminas en papeles de distintos grosores. El mundo de los papeles también merece mención aparte. Para los enamorados de las papelerías, si estáis en Madrid, os recomiendo la papelería La Riva. Es uno de esos lugares en los que nada más entrar en la puerta sabes que podrías quedarte a vivir en una esquinita.
 
Ahora sólo me falta pedirle a los Reyes Magos que una imprenta pequeña y de las de toda la vida se cruce en mi camino y pueda seguir experimentando el encanto de la tipografía tradicional.


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