Centro de mesa decorativo para Halloween

La primera vez que me invitaron a una fiesta de Halloween fue recién aterrizada en la universidad. Hasta ese momento, nunca había oído que el 31 de octubre se celebraba en España como lo hacían en las series americanas que veía en La 2. Imagino que ésta fue una de las “brechas” propias del entorno rural, mientras los niños urbanitas de mi generación se disfrazaban de zombies, los de los pueblos acompañábamos a nuestras madres y abuelas en el día grande de los cementerios. 

Después de disfrazarme esa primera vez con lo primero que pillé en casa, no he vuelto a caracterizarme de ningún espíritu o personaje terrorífico. De hecho, no decidí añadir esta fecha a mi listado de celebraciones hasta el día en el que el timbre de mi casa sonó y, tras un susto de muerte, abrí la puerta y me encontré con una decena de niños suplicándome en silencio su ración de dulce. Desde ese día, hace ya cinco años, siempre dejo preparado el cuenco de gominolas, preparo una cena especial y veo “Pesadilla antes de Navidad” bajo una manta en el sofá. 

Este año casi todas las fechas señaladas están siendo diferentes porque las estoy viviendo con nuevas rutinas. Así que Halloween no podía ser de otra forma, por eso ayer aproveché para pintar una calabaza del huerto y recoger unas cuantas hojas que me han servido para hacer un pequeño centro de mesa decorativo. Es muy sencillito, pero en esta casa a todos nos gusta (incluidas las dos fieras gatunas) porque nos recuerda lo bien que nos sienta estar rodeados de naturaleza. 

  

¿Y tú, cómo celebras la noche más terrorífica del año?

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